La vigencia de la obra maestra de Nina Simone, Sinnerman aun vigente al día de hoy
Aunque gran parte del icónico "Pastel Blues" de 1965 tiene un sonido moderado, el gran final de 10 minutos del álbum es un tour de force.
Con raíces en las baladas bluseras e instrumentación sobria, el gran álbum "Pastel Blues" de Nina Simone lanzado en 1965 contrasta marcadamente con su inspirador proyecto de big band, "I Put A Spell On You", publicado tan solo cuatro meses antes. En este disco breve y conciso, Simone aborda las duras realidades de la vida con su característica franqueza, como el dolor del desamor (la canción "Ain't No Use" con piano) y el persistente problema del racismo en Estados Unidos (la conmovedora "Strange Fruit").
"Pastel Blues" es Simone en su faceta más atrevida; toma la esencia del blues y la convierte en una auténtica Nina. En tan solo nueve canciones, demuestra su inigualable capacidad para combinar libertad y valentía a través de su indiscutible entrega emocional, demostrando que su título como la "Suma Sacerdotisa del Soul" no solo es merecido, sino totalmente apropiado en más de un sentido.
Si bien gran parte de "Pastel Blues" es sonoramente moderado, el gran final de 10 minutos del álbum con la cancion "Sinnerman", demuestra las cualidades musicales dinámicas de Nina Simone en todos los frentes: desde su amor por la instrumentación hasta su habilidad para combinar arte y conciencia.
La canción
“Sinnerman” es un espiritual tradicional afroamericano inspirado en el libro del Éxodo. Narra la historia del hombre que huye de Dios (“el Cordero”) y suplica perdón en el Día del Juicio Final, pero al final, el hombre no puede escapar de su ira. La primera grabación de la canción es de la Orquesta de Les Baxter en 1956; Baxter y Will Holt comparten la composición del tema. Una enérgica guitarra acústica y unas trompetas teatrales se escuchan a lo largo de la interpretación, en la que Holt y un coro cantan y dicen la letra.
En sus inicios en el Greenwich Village de Nueva York, Nina Simone solía cerrar sus actuaciones con "Sinnerman". La inclusión de la canción en su repertorio fue intencionada. Durante el documental de Peter Rodis, "Nina: A Historical Perspective" , lo expresó con claridad: "Quiero conmover a la gente tanto que, cuando salgan de una discoteca donde he actuado, quiero que estén hechos pedazos".
En "Sinnerman", Simone (quien probablemente aprendió la canción de la profunda religiosidad de su madre, pastora, durante su infancia) toma el blues y el jazz, ambos derivados de su región natal, el sur y le da un giro radical a la canción original de tendencia folclórica. Clama a Dios para que perdone sus transgresiones, implementando técnicas de scatting e improvisación con el público, que recuerdan a los gritos de campo utilizados por los esclavos que trabajaban en las plantaciones. Sin embargo, el momento culminante del tema aparece casi al cuarto minuto, y está capitalizado por una liberación musical tan intensa que podría hacer caer de rodillas a los más pecadores. Una batería vibrante, una guitarra rockera, un piano vibrante y palmas rítmicas le dan brío a "Sinnerman", aportando un toque moderno a la melodía tradicional y consolidando la canción como una escucha obligada en la discografía de Simone.
La recepción
Aunque "Sinnerman" no llegó a las listas hasta décadas después de su lanzamiento inicial (alcanzó el puesto número 25 en la lista de fin de año US Jazz Digital Songs de Billboard en 2016), su impacto ha demostrado que el legado perdura mucho más que los números. Al igual que con varias de las canciones atemporales de Nina Simone, "Sinnerman" ha sido sampleada y referenciada por artistas musicales de todos los géneros, como Talib Kweli, Timbaland y Hozier; la versión de Alice Smith se utiliza en los créditos finales de la serie de terror y drama de HBO Lovecraft Country , que se desarrolla en la década de 1950 y sigue a un hombre negro que viaja por los Estados Unidos racialmente tensos en busca de su padre desaparecido.Como gran parte del catálogo de Simone, la canción se lanzó en un momento en que la nación se encontraba en peligro. Los paralelismos entre la desigualdad racial y la agitación moral de 1965 y 2020 son dolorosamente evidentes. La música sirve como reflejo de la época, y "Sinnerman", en particular, obliga al oyente a mirar tanto hacia afuera como hacia adentro, hacia sí mismo y hacia la humanidad en su conjunto.