Ya pasaron más de 25 años del gran disco Bocanada, del recordado ex soda Gustavo Cerati
En 1999, con 39 años de edad, Gustavo Cerati ex líder de Soda Stereo dio el verdadero salto a la ruta solista sin pasaje de vuelta con su segundo disco titulado "Bocanada".

Después de la época de Soda, la llanura, un plano infinito y tan incierto como la idea de empezar de nuevo. Con 39 años, Gustavo Cerati encara el verdadero salto a la ruta solista sin pasaje de vuelta hacia el trío tan exitoso, como sí había ocurrido después de editar su primer disco "Amor amarillo" en el año 1993. Ya no hay una red de seguridad ni refugio para estirar la vuelta con ejercicios electrónicos: primero rodeado de músicos chilenos en Plan V y luego al mando de Ocio, junto a Flavio Etcheto, Cerati había frenado el tiempo de las canciones para internarse en las texturas y polirritmias del house, dejándose llevar por un pulso difuminado. En casa, su mujer, Cecilia Amenábar, prepara el desembarco porteño como directora audiovisual. Los niños Benito y Lisa crecen arriba de la Casa Submarina, el estudio que papá había diseñado como un bunker creativo en el subsuelo de una casona del barrio de Vicente López.
La coreografía familiar es lo más cercano a un catálogo de belleza y felicidad moderna. “Esta nueva etapa me produce mucha excitación”, indicaba Cerati en aquel 1999. “No me da miedo ni me siento solo. En "Amor amarillo" se daba la situación ambigua de ser a la vez parte de Soda. Aunque participa Zeta, este disco fue muy solitario en su construcción: fue un disco que concebí solo y donde tocó casi todos los instrumentos; no hubo mucho intercambio. En "Bocanada", por el contrario, es mucho más social, por cómo se involucran los músicos y también por mi actitud”.
La enorme expectativa que despertó el lanzamiento definitivo de la carrera solista de Cerati no registra antecedentes en la escena del rock argentino. El más parecido quizás había sido el debut como solista de Charly García en 1982, tras la disolución del grupo Serú Girán, pero ese impacto se había restringido a los pocos medios musicales de la época. Recién en 2004 el Indio Solari atravesará el mismo pasillo repleto de miradas y dudas ante la cercanía del estreno solista. Pero Cerati, además, era una estrella internacional, y su inmersión en la electrónica después del “gracias totales” abría un interrogante que desvelaba a todos sus fans, ¿volvería alguna vez a hacer canciones?.

“Creo que significó muchísimo más de lo que se vio”, dice Eduardo Capilla, el artista plástico y director de cine que, como amigo de Cerati, vivió muy de cerca todo el proceso que desembocó en el disco "Bocanada". “Fue como un gran salto que preparó y maduró muchas veces, pero que llegada la hora, después del cierre de Soda y la separación de su manager Daniel Kon, marcó un conjunto de incertidumbres que se sumaron a la de proponer un estilo diferente en lo musical, el riesgo de hacer lo que le gustaba, como siempre, pero desconociendo cómo lo recibiría su público”.
Capilla, que luego dirigiría a Cerati en su paso fugaz por la actuación en la película "+ bien", recuerda el proceso creativo del álbum como una suerte de reinvención. Después de cenar, los dos amigos se internaban en largas charlas existenciales regadas de vinos chilenos. “Fue quizás el proyecto que más charlas en todos los sentidos nos ocupó”, recuerda Capilla. “Cada una de las canciones crecía imaginando escenas y atmósferas. También quería construir dentro de ese modo un carácter de más intimidad e introspección, acentuando lo estilístico en la manera de cantar y expresarse en general”. Capilla duda respecto de cuánto le preocupaba a Cerati la recepción del afuera de su nueva etapa artística. “Lo afectaban otros temas más interesantes: el amor, sus hijos y cuestiones profundas de la existencia. ‘Siempre como filosofando’, diría su mamá. Se apasionaba con los desafíos creativos y la cultura contemporánea y antigua”.
Cerati empezó a recuperar espacios de libertad y poco a poco configuró un lugar de trabajo dedicado a todas las canciones que tenía en la cabeza. Por primera vez podía trabajar en la casa en donde vivía, un viejo gimnasio pegado a la pileta que transformó en un laboratorio de sonido. Una vez superada la etapa de deslumbramiento personal, surgió la necesidad de compartir esas maquetas intervenidas con sampleos sacados de viejos vinilos. Los discos formativos de la edad de la inocencia de Cerati, fundamentalmente los de la década del 70, volvían a la vida con esa idea peregrina que movía al rock progresivo y derivados: mejorar la música, evolucionar y cruzar nuevas fronteras.
El rol de Etcheto en Bocanada es esencial: participa en todos los temas, comparte autoría en dos “Alma” y “Perdonar es divino”, mete coros y loops, y hasta oficia de consejero en la selección de los músicos que formaron el primer grupo de Cerati en versión solista. Pocos álbumes en la historia del rock argentino incluyen tantos sampleos y tan reconocibles. En este caso, eso sí, están todos acreditados, como para exasperar a los ávidos cazadores de citas ajenas: desde Elvis Presley a Claude Debussy, pasando por The Spencer Davis Group, Focus, John Barry, Electric Light Orchestra, Gary Glitter, The Verve y Los Jaivas, los fragmentos de músicas de otros respiran a través de Bocanada, develando una intención de pervertir la pretendida veracidad orgánica del rock, un gesto estético que iba a contramarcha del dogma de autenticidad que imperaba entre los grupos más populares de la escena argentina de los años 90, pero que a la vez dialogaba, indirectamente, con el camino que habían emprendido los Redonditos de Ricota en Último bondi a Finisterre del año 1998.
Cerati indicaba que no estaba tan interesado en la autenticidad que tanto se enarbola hoy en día como la única propuesta artística. No quiere decir que todo lo que estoy mandando en un disco como Bocanada sea falso, todo tiene que ver conmigo y explica quién soy y qué quiero hacer. Pero también son personajes, son ideas que vienen de otro lado, yo las traduzco a mi manera, las mezclo y las hago colapsar con otras que no tienen nada que ver. Sobre todo este disco que fue armado con una idea de collage, fragmentos y contrastes”.

El uso del sampler dominó el primer disco de Ocio y fue clave en la constelación sonora de Bocanada: “Respondía a una dinámica de síntesis, secuencias y samples que habíamos utilizado en la creación de Medida universal, de esa manera fue muy natural a la situación, al momento musical que se proponía y al valerse de toda la sonoridad que pudiera embellecer y sumar”.
La reinvención solista de Cerati después de Soda Stereo había comenzado, quizás en febrero de 1998, y de una manera tan inusual como un sueño cumplido a destiempo. El llamado de Miles Copeland, hermano mayor de Stewart Copeland e histórico manager de The Police, activó otra señal vinculada a sus años formativos. Copeland lo invitaba a participar del tributo latino a una de los grupos ingleses que tanto lo habían influenciado. Me pidió que elija un tema”. Luego de dar muchas vueltas, Cerati optó por “Bring on the Night”, “sobre todo porque siempre admiré mucho la estructura armónica y melódica, y la guitarra que tenía”.
La grabación se realizó en Los Ángeles con Summers y el baterista Vinnie Colaiuta ya que Stewart había tenido que viajar de apuro. “Fui con la versión y la idea de grabarla como si fuera Police, tocado con la energía primaria”, contó Cerati. “Entonces me colgué el bajo, tengo como buen feeling para tocar el bajo. Fueron tres minutos y se grabó de una.
La versión, sin embargo, fascinó a todos los interesados; Stewart Copeland incluso se lamentó por no haber estado presente, “Tráeme la noche” terminó siendo el tema estrella del disco "Outlands D’Americas", que también incluía versiones a cargo de Enrique Bunbury, Control Machete, Plastilina Mosh y Los Pericos, entre otros. Pero lo más extraño estaba por suceder. “Cuando vuelvo me llama Miles y me dice: ‘Voy a ir a Buenos Aires porque quiero hablar contigo’. Y se vino, específicamente para convencerme de hacer una gira por Latinoamérica y Europa”. La idea era tocar los temas del disco y en cada país invitar a los diferentes músicos que habían participado del tributo, además de incluir otras canciones del repertorio de The Police. Cerati ocuparía el lugar de Sting. Era una propuesta tentadora, pero la respuesta fue un amable no. Nada cambiaría el plan de su lanzamiento solista.
Leo García fue el tercer eslabón en la cadena de montaje de la operación Bocanada. Cerati adoraba las canciones del compositor electropop y esa fascinación llevó al líder de Soda a versionar en vivo un tema de Avant Press “Cibersirena”, el grupo de Leo que había participado como número de apertura del show de despedida de Soda en River. A poco más de un año del adiós del trío, Cerati hizo su primer show solista el 20 de noviembre de 1998 en el Centro Cultural Recoleta como una de las atracciones del festival Francofolies, organizado por la revista Los Inrockuptibles.
En los meses finales del año 98 y todo el verano del último año del siglo comenzó un trabajo febril en Casa Submarina: “Por un lado Gustavo se encontraba con Flavio y componían cosas y después se encontraba conmigo por separado”, dice Leo. “Yo iba al estudio, Gustavo todavía seguía muy con la familia, Lisa era chiquita y Benito ya estaba haciendo música. Recuerdo que hablábamos, más que hacer música. Él todavía no tenía manager ni había decidido quién iba a tocar la batería ni el bajo”.

Aún quedaban dos puestos disponibles en el grupo. No es casual que los roles que durante más de quince años ocuparan Zeta y Charly Alberti fueran los últimos en completarse. Los nombres de Christian Basso (bajista de Fricción, Clap, La Portuaria, Charly García) y Aitor Graña (baterista de Juana La Loca y Virus) sonaron en un principio, “pero la corazonada estaba con Fernando Nalé y con Martín Carrizo”, cuenta Leo. Nalé descollaba como bajista estrella de Illya Kuryaki & The Valderramas y Carrizo podía provocar admiración desde la batería hasta de aquellos que no se bancaban el fervor metalero de A.N.I.M.A.L. Ambos se morían por tocar con Cerati.
Carrizo fue el último en incorporarse al grupo. “Luego se cerró la puerta del submarino y recorrimos con el disco bajo el brazo toda Latinoamérica”, dice el baterista. Los integrantes del nuevo grupo recuerdan el momento pleno que vivía Cerati. A pesar de que su matrimonio con Amenábar se deshacía lentamente, el trabajo despejaba cualquier tipo de aflicción, al menos que se notaran en las extenuantes jornadas de ensayo.
Durante ese proceso se dio una escena imborrable. Una noche, Carrizo y Nalé volvieron al estudio en busca de un equipo. “Gustavo nos abrió y nos acompañó a buscarlo y a cargarlo”, recuerda. “Ahí nomás, de parados en un pasillo contra la puerta, nos dijo ‘escuchen’”. Cerati agarró la acústica “como si fuese un mariachi” y empezó a tocar “Puente”. “Con Fernando nos moríamos de placer. La terminó de tocar, nos miró como si no tomara conciencia de que era Gustavo Cerati y de lo que era esa canción recién parida. Nos preguntó: ‘Les gusta?’. Fernando y yo estábamos derretidos; yo quedé sentado en una silla contra la puerta, era un mini pasillo donde ya no entraba ni un alfiler, y estaba ocurriendo eso. Madre de Dios”.
Toda el grupo estaba integrada por músicos mucho más jóvenes que Cerati y con muchas menos horas de vuelo en la nave del rock, diferencias que el ex líder de Soda achicaba cada vez que podía: “Era muy confuso para mí estar compartiendo eso con Cerati”, cuenta Leo. “Hablábamos de todo, me preguntaba qué me parecía y yo ‘guau, ¡me está consultando!’. Él se ponía en el lugar del tipo que recién empezaba, con su confusión. Y en realidad el que no sabía nada era yo”.
Bocanada es a su modo un disco de divorcio, aunque no tiene nada que ver con los niveles confesionales de ira y soledad que alcanzó Bob Dylan en "Blood on the Tracks". El álbum de Cerati plantea una mirada melancólica sobre las primeras grietas que anticipan una ruptura, visiones en cámara lenta y sin los típicos excesos que explicitan el dolor y la pérdida. Varios de sus delicados pliegues se volvieron más reconocibles cuando, en 2002, se conoció la noticia de su separación. Insinuaciones del deterioro afectivo aparecen en varias letras del disco.
“Eso estaba sucediendo”, corrobora Leo García. “Había un álbum de Matthew Herbert, Around the House, de donde tomaron el concepto sobre una relación que se está terminando. Por eso canta ‘cuando no hay más que decirnos, habla el humo, nada el humo, y rema en espiral. Cuando no hay más que decirnos, se abren al aire vacíos que dos no pueden respirar’”.

En algunas capas ocultas del disco surgen pequeños brillos que explican mejor el minucioso proceso de búsqueda que rodeó a Bocanada, un detallismo renacentista marcado por esos tatuajes que dejaban los discos de rock en todos aquellos adolescentes criados en la década del 70. Cerati no escapaba a la gran tribu que creció adorando a Yes, King Crimson y Genesis, y que, acertadamente, cambió de rumbo cuando llegaron The Clash, Sex Pistols y The Police.
La complejidad de la canción “Bocanada”, entonces, representa ese proceso personal que fue haciendo Cerati en distintos momentos de su carrera: traer su discografía adolescente a los tiempos nuevos, rescatar esos sonidos omitiendo cualquier rasgo de nostalgia, e integrándolos a una paleta musical en constante expansión. “Él va canalizando su formación teen de escucha a medida que pasa el tiempo”, dice Schanton. “Todo el Santana que absorbió, incluso el jazz-rock, o Pescado Rabioso e Invisible, van rebelándose y revelándose en su forma de tocar la guitarra, de armonizar”.
En buena medida, esa canción impregnó de una atmósfera nocturna a toda la obra, reinventó el rol del cantante ahora más atento a la interpretación y dispuesto a revelarse como un crooner cinematográfico. “Pensé en una situación como sacada de una pintura de Edward Hopper: esa pareja que fuma sin hablarse, en una mesa, uno frente al otro, a media luz”, dice Schanton. Todavía hoy, a Schanton le impresiona la inmediatez con que Gustavo adoptó la letra y, luego de ajustarle la métrica y cambiarle algunas palabras, la volvió propia. “Yo nunca hubiera escrito la frase ‘distante placer’, pero creo que él hizo una canción inmejorable, ceratiana”, dice Schanton, que además destaca el poder de esa cumbre que es “Verbo carne” una canción que Cerati le dedica al padre y ensaya una interpretación más profunda de Bocanada como el disco de un porteño que recibió educación católica, que se crío escuchando La Biblia de Vox Dei y que aquí lidia con la culpa y los tabúes, el perdón y la inmoralidad.

El 28 de junio de 1999, "Bocanada" llegó a las tiendas de discos. El recibimiento fue poco más que tibio, desapasionado por el lado de los fanáticos de Soda Stereo que ya empezaban a insistir con la vuelta del trío, y distante por buena parte de la prensa. No recibió críticas laudatorias, y el tono general mantenía una prudencia un tanto injusta, solo entusiasta al resaltar detalles de superproducción como la presencia de la Orquesta Sinfónica de Londres para el registro de “Verbo carne” en Abbey Road, los estudios donde grabaron The Beatles y Pink Floyd. En los agradecimientos aparecen en primer lugar Ceci, Benito & Lisa, y figura Daniel Kon en el puesto de manager, aunque para la salida del disco ya había dejado su lugar junto a él para empezar a trabajar con Bersuit.
A la distancia, Bocanada resultó un disco incomprendido y preso de la ansiedad de negarse a soltar el mito Soda Stereo. Como había hecho en cada uno de los discos del trío, Cerati volvía a cambiar de piel. Se presentaba mucho más suntuoso y sofisticado para despedir el siglo, una estrella en constante transformación, totalmente alejado del rockero dedicado a cuidar de su quinta. Hoy se lo puede escuchar como un disco ambicioso que conecta el ánimo experimental de Cerati con su irrenunciable convicción pop. Y es un álbum que retrata una ruptura sentimental y la utiliza como lienzo para un despliegue de belleza y estilo.
Desde el comienzo, épico y cinematográfico, “Tabú” anuncia que no se parece a nada del catálogo Cerati. El grupo no existe en el arranque de Bocanada, y es una maravilla de laboratorio en el que el sampler esos fragmentos robados a The Spencer Davis Group domina pero no define. Es la voz de Cerati el centro virtuoso en un in crescendo irresistible al estirar las palabras para cantar “lo hice por ti”. A lo largo del disco, Cerati escribe su propio clásico con destellos de una memoria emotiva tan pasional como la que transmite en “Engaña”, con su mensaje a los que piden el regreso de Soda Stereo (“no hay retorno a aquel furor”), o explora la posibilidad del crooner intoxicado de “Bocanada”. En el año del Play de Moby y la genial desmesura de Andrés Calamaro con Honestidad brutal, Cerati escribe su tratado definitivo de pop-rock en tiempo y forma. No atrasa ni un minuto y hasta adelanta algunos gestos del futuro, dominando la tecnología con su probada agilidad melódica (“Puente”, “Río Babel”, “Paseo inmoral”, “Aquí y ahora”). Quizás le sobren los diez minutos finales para ser un disco perfecto, pero cómo negar ese tiempo extra que ofrecía la era del CD y la posibilidad de citar su propia historia reciente con Plan V y Ocio como refugios para limpiar el bocho luego del adiós.
El Bocanada Tour comenzó el 25 de septiembre de 1999 en el Teatro Metropólitan de la Ciudad de México, y se extendió por 14 meses a lo largo de todo el continente. En octubre del mismo año llegó a Buenos Aires y colmó durante seis noches el Teatro Gran Rex. “No sé qué opinaba Gustavo de lo que pasó con Bocanada, pero a mí me llamó poderosamente la atención que una obra maestra de tal envergadura no haya sido un boom atroz”, dice Rudie Martínez. “Me acuerdo que hizo seis Gran Rex y estaba medio desilusionado por lo fría que había sido la aceptación del público. Un Gran Rex para mí era una locura pero, claro, con Soda eso era nada. Si bien con Ahí vamos llegó el reconocimiento, yo creo que él pensaba que Bocanada era el disco que tarde o temprano iba a caer de maduro”.
Cerati habla de sus vínculos y marca territorio: “Con Charly García tengo una excelente relación. No nos vemos muy seguido con ninguno de ellos. Tengo que decir que tanto Fito como Calamaro siempre tuvieron mucho más que ver con Charly, o sea, estuvieron tocando en la banda de él o fueron producidos (por él). El camino de Soda Stereo es un poco más solitario en ese aspecto, y también más reaccionario en ese aspecto. Pero con el tiempo uno se va poniendo grande y vamos aceptando a los demás. Al principio éramos muy duros con lo que pasaba alrededor, pero generacionalmente me parece que hay muchas diferencias. Tengo mucho respeto por ellos. Igual, vengo a ocupar mi lugar, ¿no?, que no es el de ellos tampoco”.
Los shows en el Rex rozaron pequeñas cumbres emotivas, sobre todo cada vez que la lista se acercaba al repertorio de Soda Stereo. Apenas tres temas del trío no consiguieron aplacar el cantito de guerra: “Volveremos, volveremos, volveremos otra vez, volveremos a ver a Soda, como en el 86”. Aunque se mezclaban los tantos de la primavera alfonsinista y el triunfo mundialista, el clamor era evidente y el blindaje contra las nuevas canciones era aún más notorio.
Track List " Bocanada"
- «Tabú» 4:47
- «Engaña» 4:12
- «Bocanada» Cerati, Pablo Chaijale 4:07
- «Puente» 4:33
- «Río Babel» 4:44
- «Beautiful» 6:13
- «Perdonar es divino» Cerati, Flavio Etcheto 5:19
- «Verbo Carne» 4:42
- «Raíz» 4:04
- «Y si el humo está en foco» 4:56
- «Paseo inmoral» Cerati, Francisco Bochatón 5:31
- «Aquí & ahora (Los primeros tres minutos)» 3:54
- «Aquí & ahora (Y después)» 2:38
- «Alma» Cerati, Etcheto 4:38
- «Balsa» 5:05
Notas
«Verbo carne» es interpretada junto a The London Session Orchestra, dirigida por Gavin Wright, grabada en los Estudios Abbey Road, Londres.
Lista de Samples
«Tabú» contiene un sample de «Waltz for Lumumba» de The Spencer Davis Group.
«Engaña» contiene samples de «Circle of Love» de Steve Miller Band y «The Adventurer» de John Barry.
«Bocanada» contiene un sample de «Eruption» de Focus.
«Río Babel» contiene un sample de «Momma» de Electric Light Orchestra.
«Beautiful» contiene un sample de la canción «Prelude to Afternoon of a Faun» de Deodato.
«Perdonar es divino» contiene un sample de «Explore» de Porter Ricks.
«Verbo carne» contiene un sample de la canción «Feel» de The Verve.
«Raíz» contiene samples de «Hyperactive!» de Thomas Dolby, «Poor Skeleton Steps Out» de XTC, «Del Aire al Aire» de Los Jaivas, «Iter» de Mark Snow y «September 13» de Deodato.
«Y si el humo está en foco» contiene un sample de «My Beautiful Sky» de Moby.
«Paseo inmoral» contiene samples de «Sailing on the Seven Seas» de Orchestral Manoeuvres in the Dark y «Rock and Roll Part 2» de Gary Glitter.
«Aquí & ahora» contiene un sample de «Glorious» de The Breeders.
«Balsa» contiene un sample de «It's Now or Never» de Elvis Presley.
Gustavo Cerati: voz, guitarras, samples, sintetizadores, teclados, MPC3000, bajo, theremín en «Beautiful», efectos, instrumentos adicionales, mezclas, productor
Músicos adicionales
Flavio Etcheto: sampler en todas las canciones excepto «Raíz» y «Verbo carne»
Leo García: sampler, voz de apoyo en «Engaña», «Puente» y «Aquí y ahora»
Martín Carrizo: batería
Fernando Nalé: bajo en «Beautiful», «Puente», «Paseo Inmoral»
Rudie Martínez: scratches y sample en «Bocanada»
Tweety González: teclados y órgano en «Beautiful»
Alejandro Terán: arreglos en «Verbo carne»
Producción
Eduardo Bergallo:ingeniero, mezcla
MacKinlay:Segundo Ingeniero
Eduardo Iencenella:asistencia
Clive Goddard: mezcla
Barry Woodward: editor en The Townhouse (Londres)
Bunt Stafford-Clark: masterización de grabación en The Townhouse (Londres)
Gaby Herbstein: fotografía
Oscar (Roho): peinados
Sofía Temperley: Photoshop
Eduardo Ros: dirección de diseño
Publicación: 28 de junio de 1999
Grabación: 1999
Estudio Casa Submarina (Buenos Aires), Abbey Road Studios (Londres)
Género: Art pop, trip hop, downtempo, neo psicodelia, art rock
Formato: CD, casete, vinilo, descarga digital, streaming
Duración: 69:23
Discográfica: BMG Ariola
Productor: Gustavo Cerati